sábado, 17 de marzo de 2012

NO SIN MI BASE


NO SIN MI BASE

por

Quique Chust



Los JJOO de Barcelona, marcaron el comienzo de la era moderna del baloncesto tal y cómo lo conocemos hoy en día. Los Estados Unidos, torpedeados en la linea de flotación de su orgullo patrio, mandarían a la batalla a sus fuerzas de élite, deseosas de vengar ese nuevo Vietnam sufrido cuatro años antes en Seúl por un ejército formado a base de cadetes de West Point, que ni siquiera eran la totalidad del alumnado más sobresaliente del que podía haber dispuesto. Si en lo militar habían fracasado por encima del Paralelo 38 medio siglo atrás, en lo baloncestístico no les había ido mucho mejor al sur de la maldita línea. Asia seguía siendo terreno prohibido.

Hasta llegar ahí, el camino había sido de color de rosa con las excepciónes de Munich 72 por la acción (lease Sergej Belov), y de Moscú 80 por la omisión (no acudieron). Apenas conservo recuerdos del Mundial de Cali, Radio Nacional pinchando la señal de Caracol Colombia y dando algún partido en directo, y un tipo blanco, greñudo y con barba, algo bajo para ser pívot, al que pocos años después al verlo enfundado con la camiseta de Estudiantes me dije “ese tío jugaba con USA en el Mundial de Cali”. No hace falta decir de quién se trata, ¿verdad?.

En 1983, España jugaba el Europeo de Nantes y Estados Unidos no disputó nada a nivel senior aunque sí participó y ganó sin ser el mejor un evento que tuvo lugar en las Islas Baleares o Ses Illes, como allí las llaman. De ese torneo, aparte de descubrir un talentazo soviético del que jamás volví a saber nada Igor Kornishine, un 1 puro como nunca volvieron a tener y los consabidos Sabonis, Tikhonenko y Volkov, ocurrió algo que me hizo plantearme con mis 13 años de edad la pregunta del millón. Jugador o entrenador, ¿Quién és el actor principal del juego?.

Había visto los partidos que le iban televisando a España y los comentaristas hablaban y no paraban del base de Estados Unidos, Dwayne “The Pearl” Washington, jugador de Syracuse. Por lo visto, durante el torneo tuvo más de un encontronazo con su entrenador, Ron Nikcevich, al punto de ser excluido del equipo siendo, según decían, el mejor jugador y con la mala fortuna de hacerlo antes del partido contra España, por lo que me lo perdí. Yo no lo entendía, veía en el fútbol a las estrellas haciendo y deshaciendo a su antojo y el baloncesto no tenía por qué ser diferente, pero... Ay de aquél que menoscabe el poder de un entrenador de High School. En aquellos días, la figura del entrenador era inviolable, más aún en Estados Unidos. La consecuencia fue que el cansino Scott Skiles asumió titularidad y capitanía, llevando a jugar por momentos a su equipo más lento que los propios soviéticos, que en otra decisión de entrenador injustificable, habían dejado en casa a un tal Sarunas Marciulenis. Debo reconocer que no me enteré de la existencia del jugador hasta su presentación en sociedad en el Campeonato de Europa de Atenas 1987, porque para Stuttgart 1985 tampoco fue convocado. Debió ser porque en Palma 83 y Stuttgart 85 la CCCP tuvo al frente al mismo personaje: Vladimir Obukhov.

Dwayne Washington

Ron Nikcevich
Pero el mundo es un pañuelo, media vida después, con breve carrera NBA por medio, me volví a tropezar con Washington, esta vez en un túnel de vestuarios y comprendí que su entrenador en el Mundial junior tenía más razón que un Santo, pero ésa es otra historia. La que nos ocupa ahora es otra bien distinta.

Los problemas disciplinarios de los norteamericanos en Mallorca hicieron a sus dirigentes deportivos plantearse el tema de cara a los inminentes JJOO que iban a tener lugar en casa, en Los Angeles. Para ello, buscaron a un entrenador con fama de Sargento de Hierro, capaz de armar un equipo de calidad a su antojo y de mantener a raya a una docena de veinteañeros con los egos más disparados a esa edad que las hormonas cuando eran adolescentes. El entrenador de Indiana, Bobby Knight fue el elegido. Y precisamente él fue el precursor de la moda que se iba a llevar en los próximos años y resulta ser el motivo de esta entrada o artículo. El equipo lo formarían 11 jugadores y el base de su College.

Sin entrar a valorar la calidad del equipo o la de los jugadores que pudieron haberlo formado, de justicia es nombrar al base elegido, a sus complementos y a los que pudieron serlo. En el equipo de Los Angeles, el elegido fue un jugador de primer año, Steve Alford, que desentonaba un poco en medio de los Ewing, Jordan, Tisdale... Base blanco disciplinado, buen anotador y proyecto de director en ese momento. No estaba a punto, pero gozaba de una total confianza por parte de su entrenador. Los otros dos jugadores del equipo que, en teoría, eran bases fueron Vern Fleming y Alvin Robertson, director y defensor respectivamente, con buenas carreras NBA, en especial el segundo. Alford pasaría a profesionales en el 87, elegido por Dallas al principio de la Segunda Ronda del Draft, siendo el segundo pick de los Mavericks porque el primero había sido otro base blanco, Jim Farmer, procedente de la Alabama de Derrick McKey, que había salido elegido unos puestos antes, en el 9. Ni Alford ni Farmer tuvieron largas carreras NBA. Hoy en día Steve Alford es entrenador, se veía venir. Polémico fue, sin duda, el reclutamiento del equipo. No consiguieron un puesto en el roster gente como Charles Barkley, Karl Malone o Leonard Mitchell, ese que poco después pondría Collado-Villalba patas arriba. Los bases que pudieron ser y no fueron, a saber, Lancaster Gordon, Jay Humphries, Terry Porter... y ¡¡¡John Stockton!!!. Que el lector saque sus conclusiones.
Steve Alford

Bobby Knight
Para la siguiente cita de selecciones, el Mundial de España 1986, el elegido para formar y dirigir el equipo fue el entrenador de Arizona, Lute Olson que, viendo cómo le había salido la jugada a Bobby Knight, decidió repetir el modelo y se llevó, aparte de la estrella Sean Elliot, a su base Steve Kerr. Cierto es que no fue titular indiscutible, pero estuvo ahí por si se le necesitaba para apagar el fuego. En ese equipo se juntaron Kenny Smith, Tommy Amaker y el mito Tyrone “Muggsy” Bogues como bases, formando un grupo de 4 jugadores que les llevó a coincidir en pista 2 de ellos en multitud de ocasiones. Steve Kerr, el paradigma de “raza blanca, tirador”, supo ganarse la vida en la NBA como especialista en tiro más que honradamente y, de paso, pescar algún que otro anillo de campeón. Al igual que Kenny Smith, se dedica hoy día a la TV. Tommy Amaker ya tenía alma de entrenador, y una fatídica lesión que le apartó pronto de las canchas, le llevó a convertirse en el ayudante de Mike Krzyzewski en su College de toda la vida, Duke. Hoy entrena a Harvard después de tirarse años de asistente de Krzyzewski en Duke. Por el camino iban a quedar mi amigo Washington, Skiles, el propio Nate McMillan y... cojan aire... Mark Price entre los Seniors y Kevin Johnson o Mark Jackson entre los Juniors. No eran malos los que fueron, pero pudo faltar alguno de los ausentes.
Steve Kerr

Lute Olson

Tommy Amaker
Base... Duke... Selección USA... lesión gravísima... carrera deportiva por el aire... uy, uy, uy... la historia se va a repetir.

Tras el paréntesis de los Panamericanos del 87 celebrados en Indianápolis y donde los universitarios estadounidenses recibieron su maracanazo particular de manos del Brasil de Oscar, Gerson y los hermanos Ponikwaar de Souza y Machado, John Thompson, entrenador de Georgetown fue el elegido para el diseño y puesta en marcha del equipo olímpico de Seúl 1988, cita en la que el baloncesto universitario a nivel de selección USA resultaría, a la postre, herido de muerte.

Si bien ganaron el Mundial de España, no se puede decir que arrasaran. Perdieron con Argentina en la primera fase y la CCCP estuvo metida en el partido durante toda la Final. Quiso el mercado ver a los soviéticos competir contra un equipo profesional americano y de ahí nació el Torneo Open McDonald's, que vio a los Bucks de Milwaukee destrozar a la Tracer Milano y a una CCCP sin Sabonis, oficialmente roto, y sin ningún tipo de espíritu competitivo que oponer a la máquina de Wisconsin que terminó paseándose con Pressey, Pearce, Cummings, Sikma, Bob McCann y cía... Tal demostración de superioridad tuvo un efecto negativo en el combinado olímpico, porque si Milwaukee pudo ganar así nada había que pudiera detener la asfixiante defensa del equipo americano planteada por John Thompson. No se tomó en serio al rival y pasó lo que pasó.

El primero en no ser consciente de lo que había delante fue el propio John Thompson. Sobre el papel, los datos. No puede llamarse flojo a ningún equipo que contenga 7 Primeras Rondas del Draft del 88 año y al nº 1 del año anterior. No era flojo, no, simplemente estaba mal construido. Tan sólo llevó a dos bases puros y ninguno salió en el Draft de ese año. Conclusión, equipo desequilibrado. Buenísimos interiores, aleros defensivos, escoltas anotadores (que no tiradores...) y bases incapaces de manejar todo eso. Vernell “Bimbo” Coles, jugador de segundo año de la floja Virginia Tech, especialista defensivo que en 1990 no saldría hasta bien entrada la Segunda Ronda y Charles E. Smith, de tercer año, su base de confianza en Georgetown, que ni siquiera llegó a salir en el Draft del 89. Un calco en el juego y en lo físico a Coles, e incapaz como él de mover esa maquinaria. Por el camino quedó gente como Rex Chapman, Gary Grant, Rod Strickland, Kevin Edwards, Brian Shaw, David Rivers o Vinnie Del Negro. Sólo menciono a los drafteados ese año. Pero como se puede comprobar, bases con talento habían para parar un tren.

Charlie Smith

John Thompson
Los americanos avasallaron físicamente a todos sus rivales, perdiendo sólo un partido. Pero qué manera de perderlo. Esos soviéticos que el año anterior habían sido destrozados en Milwaukee, ahora con un Sabonis recuperado gracias a los médicos de Portland (tuvo gracia la cosa...), no dieron opción a los chavales americanos jugándoles de la única manera que sabían hacerlo, con triples suicidas y el movimiento en ataque favorito de Alexander Gomelski, el Ocho o Carretón, que consistía en cuatro tíos cortando de izquierda a derecha por la línea de fondo y volver a aparecer en el poste alto, donde un pívot ejercía de poste repetidor y vuelta a empezar hasta que uno de ellos se hartaba y se cascaba un triple. Suficiente para ganar a Estados Unidos. Los pobres no tenían antídoto contra éso. El bronce posterior no suavizó en modo alguno la repetición de la historia de Munich 72, esta vez sin excusas. El mal ya estaba hecho. Los soviéticos jugaban mucho más con mucho menos y a Yugoslavia, sólo con asfixiarlos en defensa no se les iba a ganar eternamente. Un “Nuevo Orden Mundial” se había establecido en el mundo de la canasta y si querían recuperar el vértice superior del ecosistema, debía ser con otros argumentos más contundentes. Fue el momento de llamar a la caballería, a Barcelona, cuatro años después, habría que ir con de otra manera, con las tropas de élite. El Dream Team comenzaba a gestarse o, más bien, ya era una realidad.

Antes hubo otra cita que no hizo más que poner a cada cuál en su sitio. El Mundial de Argentina de 1990. La presencia de Alonzo Mourning destacaba sobre todos los demás compañeros de vestuario. Pero, como ya se sabía, el mundo había cambiado y Estados Unidos ya no mandaba. No con esas armas. Su bronce no sorprendió a nadie. Ni siquiera a ellos. Yugoslavia fue demasiado para todos, incluída una CCCP light, sin lituanos, letones ni ucranianos. Ni siquiera la teoría que da título a esta reflexión se pudo cumplir. Mike Krzyzewski, de Duke, fue el elegido para minimizar los daños en espera de Barcelona y Bobby Hurley, el base de su College estaba destinado a dirigir en cancha al equipo, pero la fatalidad quiso que en los Goodwill Games, ese invento de la Turner TV, dijera casi adiós a su vida deportiva por una espeluznante lesión que le privó de la cita argentina.


Bobby Hurley

Mike Krzyzewski

Lo que sigue es el principio del baloncesto tal y como lo conocemos hoy. El Dream Team. Hasta entonces, jugadores universitarios habían sido los encargados de acudir a las citas internacionales, casi siempre con buena fortuna. Pero la imparable evolución del baloncesto FIBA obligó a USA Basketball a dar otra vuelta de tuerca para volver a marcar distancia entre los dos baloncestos. The end of an Era.




2 comentarios:

  1. Me lastro ante sus pies caballero.grandisimo articulo con mucho mucho curro de documentación.un saludo compañero

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  2. Cuantos recuerdos me han venido y cuantos conocimientos tienes.

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