LA SUERTE HAY QUE BUSCARLA

¿Sueño americano o una fortuna buscada durante años? Mark Cuban es sin duda un tipo que provoca discordia allá donde pisa. Su carácter extrovertido, sus constantes incidentes con jugadores, árbitros y aficionados, y sus aventuras de ‘multimillonario caprichoso’ nos pueden engañar y teñir nuestra opinión sobre él si no descubrimos su verdadera trayectoria hasta ser dueño de los Dallas Mavericks, la trayectoria de una auténtico buscavidas. Esta es su historia:

Cuban nace el 31 de julio de 1958 en Mount Lebanon, un pueblo de unos 30000 habitantes, a las afueras de Pittsburgh (ciudad al oeste de Pennsylvania). Nació en una familia normal: su madre era ama de casa, y su padre trabajaba en un taller de tapicería. Con 12 años ya vendía bolsas de basura por su pueblo de puerta en puerta. Era algo un poco absurdo, pero, como recuerda Cuban: “¿quién va a decir que no a un niño de 12 años?”. Unos años después nuestro chico ya era un habitual en las exposiciones filatélicas, donde compraba esrampillas a 50 centavos que luego vendía por 5 $ engañando a sus amigos.

Sin embargo, es con 16 años cuando Cuban demuestra un olfato especial para los negocios. Durante unos meses, el periódico local de Pittsburgh dejó de publicarse debido a una huelga. La brillante mente de Cuban respondió con una genial idea. Los domingos, él y un amigo iban en coche hasta Cleveland (a 250 km), conseguían la mayor cantidad de ejemplares del Plain Observer que podían meter entre el maletero y los asientos de sus coches y volvían a Pittsburgh, donde la gente literalmente les quitaba los periódicos de las manos, más aún cuando los vendían a un precio másbarato que el original. Si creéis que un tipo como Mark Cuban no iba a darse cuenta de que aquello no era rentable estáis equivocados: el truco estaba en que realmente no los compraban, sino que abrían la máquina expendedora y cogían todos los ejemplares que había, pagando sólo por uno.

                            

Pero esto es sólo un prólogo de las aventuras de Cuban. En 1976 termina su etapa en el instituto e ingresa en la Universidad de Indiana, donde cursaría estudios de Económicas. Cuban se interesó por esta universidad debido a la fama de fiesta y desfase que tenía, pero sobre todo debido a su afición al deporte. En Indiana, Cuban disfrutó durante unos años de los Hoosiers, viendo jugar a gente como Isiah Thomas. Además, en los principios de su etapa universitaria trabajó en un bar de Bloomington (una pequeña localidad cercana a su universidad), aún sin tener edad para beber. Se llamaba ‘Pub Motley’, y era el propio Cuban quien se encargaba de que no entraran menores en el local. Sin embargo, un día una chica de 16 años logró saltarse un control en una fiesta de camisetas mojadas que se organizaba en el local, y la cosa salió mal. Las multas fueron muy costosas, las instituciones cerraron el negocio, y el incidente causó a Cuban problemas con el decano de la universidad a la hora de continuar sus estudios.

         

Una vez terminada la carrera, nuestro hombre tuvo muchos problemas para encontrar un puesto de trabajo. De hecho, empezó trabajando en una empresa llamada Tronics 2000 que se dedicaba a la reparación de televisores, pero abandonó a los 4 meses porque lo que realmente le interesaba a él era la informática, y como afirma el propio Cuban “Ellos simplemente no creían que el futuro estuviese en los ordenadores”.

Con 24 años continuaban los problemas para él. Su dificultad para encontrar empleo le llevó a mudarse a Dallas, donde comenzó a trabajar como camarero. Pero eso duró poco, y encontró un trabajo como asistente en un negocio de softwares. Aunque Mark tenía mucho interés por el tema de la informática, nunca antes había utilizado un ordenador, así que dedicó noches enteras a la lectura de manuales que le ayudaron a formarse. Pronto prosperó y fue subiendo dentro de la empresa. Siendo autodidacta, Cuban alcanzó grandes conocimientos, pero su afán de gloria y su ambición no tardaron en darle un palo cuando fue despedido por cerrar un acuerdo en vez de abrir la tienda una mañana.

Pero Mark había encontrado por fin su negocio. Tras ser despedido convenció a algunos de los empleados que trabajaban allí de que abandonaran la empresa y se embarcaran con él en su nueva aventura: MicroSolutions. Este fue el nombre que tomó su nueva creación, una empresa dedicada a integrar sistemas y a distribuir productos de diversas empresas de alta categoría dentro del sector de la informática, como IBM, Apple o Microsoft. El proyecto resultó ser todo un éxito. Las inteligentes inversiones de Cuban habían forjado un caché importante para MicroSolutions dentro de la industria informática, tanto que en 1990 vendió la empresa a la compañía CompuServe por nada menos que 6 millones de dólares.

Con 32 años Mark Cuban era millonario. Su perspectiva de vida pordría haberse encerrado en un paraíso de mujeres, cervezas, Lamborginis y paseos por California, pero su instinto empresarial seguía ahí, y no tardó en reactivarse. En 1995 nace Audionet. Mark, un feroz aficionado al deporte americano en general, tenía la idea de crear una web de retransmisión de eventos (tanto deportivos como de otro tipo), y junto con Todd Wagner, un antiguo compañero de la universidad, creó Broadcast.com (el auténtico sitio web de Audionet). Cuban se convirtió así en uno de los pioneros de la tecnología streaming, y su visionaria idea supone tal revolución en la comunidad internaútica que en 1998, cuando la empresa sale a bolsa, Yahoo compra sus derechos a Cuban y a su amigo por 5700 millones de dólares.

Volvemos a lo mismo, Cuban podría haber dicho “se acabó”, pero su insaciable hambre de inversión hace que en el año 2000 compre a los Dallas Mavericks de la NBA. Como sabemos, Mark era un gran aficionado al baloncesto, y no se lo pensó dos veces cuando tuvo delante la oportunidad de comprar la franquicia de la ciudad donde había conocido la gloria.

Damos otro salto en el tiempo para viajar a junio de 2011, tras 11 años en los que fue un fijo en los partidos los Mavs, casi a pie de campo, casi como si fuese un miembro más del staff técnico, Dallas ganaba en Miami al super ‘Big Three’ el sexto partido de las Finales para coronarse por primera vez en sus más de 32 años de historia. Se dice que desde que Cuban es dueño de los Mavs, ha tenido que pagar un total de más de un millón de dólares en multas de la NBA. Su personalidad y su chulería le llevan a meterse en líos a menudo y a tener esa fama de bocazas. Sus continuas apariciones en la televisión americana, y sus aventuras le dan una reputación que desde mi punto de vista es un poco injusta.

Pelearse con un árbitro a puñetazos, provocar a Kenyon Martin, chulear a aficionados de los Blazers, participar en el teatro de la lucha libre americana o crear su propio show televisivo. Ese es Mark Cuban. Pero también es ese tipo que no ha parado de intentar mejorar su equipo año a año. Pese a ello, él lo tiene claro: “Lo mejor que he hecho desde que tengo a los Mavs lo hice en el año 2001, cuando decidí dejar el equipo en manos de Dirk.”

               

Tras aquel sexto partido, un Cuban en estado de éxtasis, y al que casi le revienta el pecho de orgullo, comentaba: “Estoy tan feliz por Dirk. Estoy tan feliz por Jason Terry. Estoy tan feliz por Shawn Marion. Estoy tan feliz por Jason Kidd. No os hacéis una idea. ¿Sabéis? Jason Kidd fue la razón por la que compré mis primeras entradas para un partido.” . Supongo que todos hemos sentido felicidad por estos tipos, gente veterana que llevaba toda la vida luchando por conseguir un anillo, pero os diré algo, yo también sentí felicidad por Cuban, porque él, también ha luchado toda la vida por esto. NADA le ha caído del cielo. NADIE le ha regalado nada. Sin duda es un tío al que admiro por como ha llegado a ser lo que es hoy. La suerte hay que buscarla.

PD: Por cierto, otro detallazo de Cuban de ése 12 de Junio en el American Airlines de Miami. Nuestro hombre dejó levantar el trofeo a Donald Carter, el antiguo propietario de los Mavericks, y el hombre al que pagó los 285 millones que le costó entonces la franquicia tejana. Cuban habla de él como una magnífica persona.

Autor: Antonio Durán
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