Su nombre no figura entre los mejores jugadores de la historia, y su apodo deja más espacio al misterio que a su grandeza. Yo tengo que reconocer que nunca llegue a verle disputar un solo partido, lo cual es una pena. Y es que hablamos de uno de los mayores talentos que haya dado el baloncesto en toda su historia. Pero claro, su historia como la de muchos otros jugadores del “Guetto”, no es más que una burda recopilación de malas decisiones y malos vicios. Aquí traigo uno de las historias más tapadas y olvidadas. La historia del mejor anotador puro de menos de 1,90 de toda la historia, y no lo digo yo son palabras del gran Gonzalo Vázquez.
Todo comenzó en el marginal barrio de Watts en Los Ángeles. Donde un jovencísimo Raymond Lewis era prácticamente obligado a jugar `one on one´ con su hermano mayor para explotar su potencial. Años antes cuando él era muy joven, algo quedaría marcado en su mente, algo que le haría desear toda su vida escapar de aquel terrible lugar. Fue en el verano del 65, tras un calor inhumano todo el barrio se sumió en la anarquía. Las fuerzas de seguridad llegaron y solucionaron aquello de la manera más horrible posible, tras 6 días y 32 muertos se volvió todo en calma. Pero un joven lo había presenciado todo, y aquello sería un trauma para aquella pequeña criatura que vio en el basket la única forma de escapar de todo aquello. Todo esto le convirtió en un verdadero prodigio de este deporte, cuando llegó al instituto con su 1,85 era ya mucho más rápido, mucho más listo, mucho más fuerte, y con un talento más desarrollado que cualquier jugador de instituto. Con 15 años Lewis era idolatrado dentro de su comunidad, era el jefe del “Guetto”, pero no un jefe forjado bajo el fragor de las drogas o las armas sino un jefe de hierro dentro de la cancha. Si no eras un rival digno no podrías volver a jugar con él. Así era el bueno de Ray. Y así llego a Verbum Dei, una escuela católica próxima a la Central Avenue. Gracias a la llegada de Ray el colegio se convirtió en unos de los más poderosos, deportivamente hablando de toda esa zona. En su segundo año ya consiguió ganar su primer campeonato de la CIF Southern Section, siendo nombrado mejor jugador. Y solo fue el primero porque llegó a ganar hasta 7 campeonatos seguidos. Su historia tomaba aires de grandeza, decían que había partidos que no fallaba ni un solo tiro y que en los entrenamientos se apostaba con sus compañeros lanzar tiros sin fallos desde más allá de los 30 pies.
Con este cache deportivo llegó Ray a la universidad, e hizo que hasta la poderosa UCLA estuviera interesada en él. Pero prefirió eligir la pequeña universidad de Los Ángeles State. No si antes escribir una escena algo dantesca, y es que su primera elección fue la de Long Beach State en la que estaba uno de los hombres que más apostaron por él Jerry Tarkanian. En esos primeros días Ray apareció con un 1973 GTX´ negro. Pero unos pocos días después se decantó por la Universidad de Los Ángeles State. Y también apareció con otro coche, está vez un `Corvette Stingray´. Lo que ocurrió creo que es fácil imaginárselo, un joven negro salido del `Guetto´ nunca podría haberse permitido semejante lujo.
Excentricidades aparte, Ray y su inseparable amigo Dwight Slaughter (fue condición indispensable que aceptarán a su gran amigo) jugarían en aquella universidad durante el curso del 72. Sin oposición en el equipo Lewis empezaría a demostrar el porque de su leyenda: Siendo Freshman se convierte en el máximo anotador de todo el país con 39 puntos de media, le endosó él solito 73 puntos a UC Santa Bárbara. En realidad estos años fueron una tortura para Ray, que nunca negó que el collegue solo le serviría para ser profesional. Durante su segunda temporada promedio 34 puntos de media. Antes de abandonar el collegue definitivamente llegó unos de sus momentos más emotivos, los dos partidos que le enfrentaban con aquel hombre que hizo tanto por él, Jerry Tarkanian y su Long Beach State. El primero lo perdió de manera justa, pero el segundo se lo tomó como algo personal y tras dos prorrogas y los intentos de Tarkanian por pararle, el partido se decantó del lado de Ray con 53 puntos. Después de aquello y de acabar el año decidió que debía irse. Ser profesional y por fin conseguir su sueño.
Lewis se presento por medio del 'hardship draft'. Y salió como número 18 del draft, el nº más alto en la historia, para un hardship draft. Entonces fueron los Sixers los que le eligieron junto al número 1 del draft Doug Collins. Unos Sixers que venían de realizar aquella maldita temporada del 9-73. Todo debía de ser perfecto para Ray, ya era profesional y podría demostrar su potencial, pero algo no andaba bien para él era un verdadera ofensa que hubiera hasta 17 jugadores por delante de él. Entonces empezaría su verdadera historia maldita.
Un día después de firmar su primer contrato, volvió a las oficinas para renegociar su contrato. Él veía como una limosna aquel contrato y empezó a demostrar que era un genio de esto. Aquella renegociación se saldó con un silencio por parte de los altos directivos, en concreto de máximo responsable por aquel entonces Donald DeJardin. Ray avasalló a todos sus compañeros y rivales durante el `Sixer Rookie Camp´. Le endoso la friolera de 52 puntos al equipo rookie de los Lakers. Lo que le estaba haciendo aquel negro del `Guetto´ al número 1 del draft era humillante. Algunos entrenamientos llegaron a tal nivel de intensidad que el entrenador Gene Shue tuvo que parar algún entrenamiento. Después de aquellas demostraciones, quiso volver a renegociar su contrato. Ante la negativa una vez más de los altos directivos, Raymond empezó a ausentarse de los entrenamientos y aparecer en otros granjeándose su apodo de “The Phantom”. Al poco fue suspendido de empleo y sueldo. Fueron 3 años durísimos para él, cayó en las drogas y en el alcohol. Allí en Watts con su familia.
Su última gran oportunidad llegó en 1978, para jugar con los Clippers para la campaña 78/79. Durante el campus de verano volvió a demostrar que era uno de los mejores jugadores del mundo, 4 actuaciones por encima de los 50 puntos y dos partidos ganados con un tiro desde el medio del campo. ¡Qué gran talento tenía! Pero volvió a intentar renegociar una vez más su contrato, y volvió a ser expulsado. Se terminó su carrera, en plenitud física acabó en las denominadas listas negras y el tuvo que volver a su barrio de donde quiso escapar, y donde término muriendo tras una grave infección en su pierna. Durante un 11 de febrero de 2001 mientras se celebraba el All Star, su vida se apago. La vida de un genio, de un portentoso jugador de baloncesto que por culpa de unos o de otros nos perdimos todos los aficionados al baloncesto.
En realidad es una historia muy dura, hablamos de un jugador que no fue entendido. Él solo quería lo que realmente se merecía por su talento. Lo necesitaba para escapar de aquel barrio, aquel barrio donde vio aquellas atrocidades aquel verano del 65. Murió con 48 años y casi nadie se hizo eco, probablemente seguía en esas misteriosas listas negras que te relegan al más profundo olvido. Por suerte aún hay gente que cuenta esas historias, historias del otro baloncesto. Historias de la calle. Historias del Playground.
Pedro Ruiz Sígueme en Twitter: @pedritoRiaza
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