Quería
seguir incidiendo de nuevo en una ciudad barcelonesa donde se ama
sobre todas las modalidades el deporte de la pelota naranja y es la
más importante en referencia a la cantera baloncestística de
nuestro país, el equipo al que me refiero es el Club Joventut y la
urbe es Badalona, como reseñe en el anterior post publicado en este
gran blog sobre Raúl López, me sorprende la facilidad que tiene la
Penya para sacar bases de gran nivel desde el mítico Nino Buscató,
a los hermanos Jofresa, Rafael y Tomás, José Antonio Montero, Iván
Corrales, el propio López, Ricky Rubio o Josep Franch.
Hoy
quiero fijarme dentro de este gran grupo de bases en Tomás “Tommy”
Jofresa Prats hijo (su padre José María llegó a jugar varios años
en la extinta Liga Nacional de baloncesto) y hermano de baloncestista
(Rafael uno de los mejores bases de la historia del basket patrio) de
ahí su sempiterno sobrenombre “el menor de los Jofresa”, Tommy
desarrollo la mayor parte de su carrera en la Penya, ganó dos Ligas,
una Copa Korac, sufrió en sus carnes el increíble e inverosímil
triple de Sasa Djordjevic para dos años después resarcirse y
conseguir la ansiada Copa de Europa ya con Zeljko Obradovic al timón
de la nave verdinegra, hasta que en la temporada 95-96 cuando al
contar con 26 años de edad pasó a formar parte del nuevo rico de
aquella época el Unicaja de Málaga, que reclutó a Tommy, a Alfonso
Reyes en el cenit de su juego, Kenny Miller, tenían un gran equipo
los malaguistas en esos años, que ya empezaba a hacer sombra a los
tres grandes Real Madrid, F.C. Barcelona y el Joventut de Badalona,
dos años en la capital de la costa del Sol, para luego irse a
Treviso una temporada, retornar a España y jugar en Gijón y Girona
para retirarse con 33 años en la temporada 2002-2003 que repartió
entre Grecia y Portugal.
Me
quería centrar en una parte del juego de Tomás, que era un correcto
tirador, un buen asistente, llegó a promediar alguna temporada dos
asistencias (en esos años se contabilizaba de otra manera los pases
de canasta) pero lo que llamó la atención a la chavalada de la
época era la capacidad de salto de Tommy era un base blanco con
piernas de negro, unos de los primeros bases españoles que con su
altura (recordemos que medía 1,84 metros) que mataba el aro, muchos
recordarán su concurso de mates en la temporada 1990-1991 del All
Star que se celebrón en Zaragoza en el que bueno de Tommy se
presentó y yo en particular le recuerdo su tupé, muy de moda
entonces, a lo Will Smith en el Principe de Bel-Air, su descaró en
la pista y si tenía la situación precisa su forma de encarar el aro
con la fuerza y la decisión propias de un jugador de playground
estadounidense para hundirla con fuerza para abajo.
A
principio de los 90 “el menor de los Jofresa” metió un plus
físico a la definición de basket español, que luego han completado
otros como Calderón o actualmente Sergio Llull, porque aunque “no
crecía y vivía al Oeste de Philadelphia”, Tommy demostró que los
blancos sí que tenían piernas y las sabían meter para abajo.
Este
es mi particular homenaje a un base que se me quedó en la retina por
su potencia física, su desparpajo y desenvoltura a la hora de jugar
en una cancha de baloncesto y recuerden la vida puede ser maravillosa
y con baloncesto hay más posibilidades de que lo sea.
Autor: Andrés Jiménez Núñez
@Andrs13
Me ha encantado tu publicación!
ResponderEliminarMe encantaba, y me encanta! un jugador excepcional! Grande Tomi!
Unos recuerdos de una época genial llenas de craks como Tomás, desde luego no se podrá olvidar tanta calidad.
ResponderEliminarUn saludo.