lunes, 11 de febrero de 2013

Larry Bird, three-peat en el All-Star de 1988



                                                 

Un dedo alzado al cielo, al mismo cielo donde se alinean las estrellas, proclamaba quién era el número uno. Mientras, un imán tricolor lanzado al aire, tomaba la dirección inequívoca de las redes que adornaban los aros del Chicago Stadium. El paleto de Indiana volvía a hacer de las suyas, su tercer concurso de triples de la NBA en otras tantas participaciones. Su gesto, su semblante formaría parte, como su protagonista, en una de las historias más apasionantes que se recuerdan del fin de semana de las estrellas. Esto sucedió en 1988, pero la historia comienza antes.

Corría el año 1986, el All-Star se trasladaba a la ciudad de Dallas, en un intento de revalorizar este evento se decidió organizar el primer concurso de triples de la NBA, el de mates se había incorporado en 1984. Los encargados de participar en este primer concurso eran: Dale Ellis, Craig Hodges, “Sleepy” Floyd, Norm Nixon, Kyle Marcy, Trent Tucker, Leon Wood y Larry Bird. Lo que ocurrió antes de ese concurso también forma parte de la historia. Bird que llegó el último al vestuario, no dijo nada hasta que soltó una de sus bravuconadas más célebres. “Chicos, ¿quién de vosotros va a quedar segundo? Seguida de está frase comenzó a hablar sobre lo resbaladizos que eran los balones tricolores, aquellos que valían doble en honor a la mítica ABA. No sabemos si aquellas palabras de Bird pudieron pesar en aquellos jugadores, lo que sí sabemos es que se apuntó el primer concurso de triples superando en la final a Hodges, por un abultado 22 – 12.

Llegó de nuevo el All-Star, esta vez la ciudad que acogía el evento era Seattle. Una cita recordada por muchos como el mejor de la historia, un nombre propio el de Tom Chambers. Pero sigamos con la historia, era el segundo año que se disputaba el concurso y contaba con un elenco de tiradores, mejor, incluso, que el primero, lo conformaban: Detlef Schrempf, Michael Cooper, Danny Ainge (sustituyó a Trent Tucker), Dale Ellis, Kiki Vandeweghe, Byron Scott, Craig Hodges finalista del año pasado y el flamante campeón Larry Bird. El concurso estuvo igualado desde el principio, a semifinales pasaron directos Schrempf, Cooper y Ainge. El último puesto debía decidirse en un desempate entre Bird, Hodges y Ellis, curiosamente los mejores del año pasado. El desempate lo ganó el de Boston en una ronda de 30 segundos. En la final el pájaro derroto a Schrempf y se alzó con el cheque y prolongó un año más su imbatibilidad.
                                      

Con la llegada del All Star a Chicago entramos en el desenlace de está historia. Febrero de 1988, la ciudad del viento acogía el tercer concurso de triples y las miradas sólo se centraban en un hombre, Larry Bird. El paleto de Indiana lo sabía de sobra, él era el centro de atención, el hombre a batir. Junto con él participaban los mismos hombres que un año antes habían sido vapuleados por Larry, con la incorporación de Trent Tucker y Mark Price en detrimento de Vandeweghe y Cooper. Desde el principio Bird se mostró seguro, en primera ronda hizo la segunda mejor marca y en semifinales se fue hasta los 23, no sólo su mejor puntuación, sino una de las mejores de todos los concursos. Hubo que esperar hasta 1996 hasta que Tim Legler, otro de los mejores francotiradores de todos los tiempos, llegara a esa puntuación, también es justo decir que no era la mejor que se había hecho, ya que en el primer concurso Hodges llegó hasta los 25.

                                               

Después de la exhibición de Bird llegó la final, Dalle Ellis, sí, el mismo que jugó 69 minutos en el mítico partido que enfrento a Sonics y Bucks con cuatro prórrogas, hizo una serie con una puntuación de 15. No representaba gran problema para Larry, que saltó relajado a la cancha convencido de que ya tenía amarrado su tercer concurso. Pero la cosa no empezó demasiado bien, tras los tres primeros carros sólo llevaba 7 puntos. Debía emplearse a fondo con los dos restantes, dicho y echo, el cuarto lo cerró sin fallo. En el último, tras fallar los dos primeros y meter los dos siguientes empataba a Ellis a falta del tricolor. Ese momento, con una mecánica que le permitía encestar sin apenas despegar los pies del suelo soltaba la bomba a falta de 5 segundos, el balón estaba aún en el aire pero el ya sabía que ese esférico acabaría besando las redes, ese dedo en alto señalaba otra victoria más. Todo ello sin desprenderse de la parte posterior de su chándal verde. Larry “Legend” Bird lo había vuelto a hacer, otro momento más en su carrera en la que demostró un talento ilimitado y una bravuconería, también ilimitada.





Pedro Ruiz Sígueme en Twitter: @pedritoRiaza

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