Un dedo alzado al cielo,
al mismo cielo donde se alinean las estrellas, proclamaba quién era
el número uno. Mientras, un imán tricolor lanzado al aire, tomaba
la dirección inequívoca de las redes que adornaban los aros del
Chicago Stadium. El paleto de Indiana volvía a hacer de las suyas,
su tercer concurso de triples de la NBA en otras tantas
participaciones. Su gesto, su semblante formaría parte, como su
protagonista, en una de las historias más apasionantes que se
recuerdan del fin de semana de las estrellas. Esto sucedió en 1988,
pero la historia comienza antes.
Corría el año 1986, el
All-Star se trasladaba a la ciudad de Dallas, en un intento de
revalorizar este evento se decidió organizar el primer concurso de
triples de la NBA, el de mates se había incorporado en 1984. Los
encargados de participar en este primer concurso eran: Dale Ellis,
Craig Hodges, “Sleepy” Floyd, Norm Nixon,
Kyle Marcy, Trent Tucker, Leon Wood y Larry
Bird. Lo que ocurrió antes de ese concurso también forma parte
de la historia. Bird que llegó el último al vestuario, no dijo nada
hasta que soltó una de sus bravuconadas más célebres. “Chicos,
¿quién de vosotros va a quedar segundo? Seguida de está frase
comenzó a hablar sobre lo resbaladizos que eran los balones
tricolores, aquellos que valían doble en honor a la mítica ABA. No
sabemos si aquellas palabras de Bird pudieron pesar en aquellos
jugadores, lo que sí sabemos es que se apuntó el primer concurso de
triples superando en la final a Hodges, por un abultado 22 – 12.
Llegó de nuevo el
All-Star, esta vez la ciudad que acogía el evento era Seattle. Una
cita recordada por muchos como el mejor de la historia, un nombre
propio el de Tom Chambers. Pero sigamos con la historia, era el
segundo año que se disputaba el concurso y contaba con un elenco de
tiradores, mejor, incluso, que el primero, lo conformaban: Detlef
Schrempf, Michael Cooper, Danny Ainge (sustituyó a
Trent Tucker), Dale Ellis, Kiki Vandeweghe,
Byron Scott, Craig Hodges finalista del año pasado y
el flamante campeón Larry Bird. El concurso estuvo igualado
desde el principio, a semifinales pasaron directos Schrempf, Cooper y
Ainge. El último puesto debía decidirse en un desempate entre Bird,
Hodges y Ellis, curiosamente los mejores del año pasado. El
desempate lo ganó el de Boston en una ronda de 30 segundos. En la
final el pájaro derroto a Schrempf y se alzó con el cheque y
prolongó un año más su imbatibilidad.
Con la llegada del All
Star a Chicago entramos en el desenlace de está historia. Febrero de
1988, la ciudad del viento acogía el tercer concurso de triples y
las miradas sólo se centraban en un hombre, Larry Bird. El
paleto de Indiana lo sabía de sobra, él era el centro de atención,
el hombre a batir. Junto con él participaban los mismos hombres que
un año antes habían sido vapuleados por Larry, con la incorporación
de Trent Tucker y Mark Price en detrimento de
Vandeweghe y Cooper. Desde el principio Bird se mostró seguro, en
primera ronda hizo la segunda mejor marca y en semifinales se fue
hasta los 23, no sólo su mejor puntuación, sino una de las mejores
de todos los concursos. Hubo que esperar hasta 1996 hasta que Tim
Legler, otro de los mejores francotiradores de todos los tiempos,
llegara a esa puntuación, también es justo decir que no era la
mejor que se había hecho, ya que en el primer concurso Hodges llegó
hasta los 25.
Después de la exhibición
de Bird llegó la final, Dalle Ellis, sí, el mismo que jugó 69
minutos en el mítico partido que enfrento a Sonics y Bucks con
cuatro prórrogas, hizo una serie con una puntuación de 15. No
representaba gran problema para Larry, que saltó relajado a la
cancha convencido de que ya tenía amarrado su tercer concurso. Pero
la cosa no empezó demasiado bien, tras los tres primeros carros sólo
llevaba 7 puntos. Debía emplearse a fondo con los dos restantes,
dicho y echo, el cuarto lo cerró sin fallo. En el último, tras
fallar los dos primeros y meter los dos siguientes empataba a Ellis a
falta del tricolor. Ese momento, con una mecánica que le permitía
encestar sin apenas despegar los pies del suelo soltaba la bomba a
falta de 5 segundos, el balón estaba aún en el aire pero el ya
sabía que ese esférico acabaría besando las redes, ese dedo en
alto señalaba otra victoria más. Todo ello sin desprenderse de la
parte posterior de su chándal verde. Larry “Legend” Bird lo
había vuelto a hacer, otro momento más en su carrera en la que
demostró un talento ilimitado y una bravuconería, también
ilimitada.
Pedro
Ruiz Sígueme en Twitter: @pedritoRiaza
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