Antes de venir a Estados Unidos, yo tenía claro que iba a ver
un partido de la NBA. Da igual donde me mandasen, si Chicago, Miami, Charlotte
o Los Ángeles, pero uno iba a ver. Quizás es el destino, pero me han mandado a
Maine, uno de los estados más fríos y, que tiene a Boston como ciudad con
equipo NBA más cercana, a 5 horas en carretera. A mí, me empezaron a gustar los Celtics
desde las finales perdidas contra los Lakers en
2010, quizás a esas alturas me alegré más de la victoria de los Lakers
Gasol, mi padre que aunque no tenga ni idea de NBA le molan los Lakers… Luego,
cuando fui a Nueva York, en la tienda oficial de la NBA, me pillé una camiseta,
y decidí, que la de Rondo (nada mejor que plasmar la simpatía hacía un equipo
con una camiseta).
Como iba contando, me
enviaron a Lee, Maine, un colegio con mucho alumnos extranjeros y que
organizamos mucho viajes. Yo, en el parón de una semana de ¨acción de gracias¨
tenía pensado hacer algo, tengo amigos en diferentes ciudades, visitarles y
tal, pero el colegio nos dio la opción de ir a Boston, el día 23, salir a las 8
am y volver el día 24 ya hacía las 9 pm. Yo, vi que en papel ponía que rodeemos
nuestro nombre si queríamos ir a ver un partido de los Celtics, y ahí estaba mi
nombre, el tercero, con un círculo bien grande. El papel lo pusieron tres
semanas antes, y la espera se hizo larga. Una semana antes, quedamos los que
íbamos a ver el partido para escoger las entradas que queríamos, todo el mundo
se pilló la más barata, la de $ 75, y yo también, de ese partido, el resultado
era lo que menos me importaba.
Esa misma semana, nos enteramos que uno de los entrenadores
de basket es el hermano de Brandon Bass, (dice que el año que viene va a jugar
en los Maine Red Clows de la D-League) ala-pívot de los Celtics y que había
posibilidad de conocerle, así que la ilusión crecía por momentos.
Llego, el viernes día 23, todos dispuestos a pillar el
autobús, yo era el único que iba con algo de los Celtics, con mi gorra de los
Celtics, mi chaqueta recién comprada esa semana y mi camiseta de Rondo.
Tras un gran viaje hasta Boston, (con parada para comer
incluida), llegamos a un centro comercial, para hacer un par de compras. Yo,
decidí gastarme el dinero en caprichos. El primero fue una gorra de los
Redskins de la NFL, equipo que me gusta básicamente por su magnífico QB (no
habló más de otro deporte, lo sientoJ) y el segundo y magnifico capricho
fue un iPod Touch, que el que tenía se me había mojado y se jodio. En la misma
tienda de Apple, abrí mi twitter desde uno de los iPods de muestra y me puse a
tuitear.
Nos fuimos al hotel, donde nos esperaban habitaciones de 4 en
camas de matrimonio, y yo, al ver que iba a compartir cama con el alemán, que
se mueve mucho mientras duerme, decidí tomar una decisión que podría ser dura para
mi espalda el día siguiente, dormir en el suelo. Tras un ratito en el hotel,
era hora de ir al TD Garden, que nos estaba esperando. Al final, no conocimos a
Bass, se nos hizo muy tarde en el hotel y no fuimos lo suficientemente pronto
como para que pudiésemos conocerle.
Llegamos al estadio, que ya me resultaba algo familiar, había
ido el año pasado, aunque verlo de noche, con tanto ambiente y todo eso,
impresiona. Al entrar al TD Garden nos dimos cuenta que también es una gran
estación de trenes, contando con bastantes andenes. Mis amigos querían comprar
algo de los Celtics (y Bruins) así que fuimos a la tienda a comprar. No debimos
estar mucho tiempo en la tienda, pero se me hizo eterno, mis amigos mirando y
yo viendo a riadas de gente subiendo las escaleras. Con tanta prisa no pude
contemplar bien la tienda, aunque lo que me di cuenta y eso estaba bien, con
muchos tipos de detalles en las camisetas y eso, pero era caro.
Por fin salimos de la tienda, en la que el turco (Nadir) se
compra una sudadera, el español (Álvaro) un gorro de los Celtics y el americano
(Tristan) una gorra de los Celtics. Al subir las escaleras, salude a un chinete
del colegio (estaba perdido como el solo), nos chequearon la entrada, y subimos
subiendo escaleras, hasta arriba del todo.
Cuando llegamos, nos fijamos en la cantidad de sitios para
comer que había en el pasillo (a mí no me extraño mucho, en un partido de
beisbol que fui a ver había un cajero en el estadio), y fuimos a nuestros
asientos. Subimos alguna escalera más, y me puse a ver el estadio. Creo que
estuve cinco minutos girando la cabeza de un lado a otro, mirando también a la cancha, que tampoco se
ve tan lejos como esperaba. Estuve viendo fijamente el calentamiento de los
Celtics, y cuando quise ver a la plantilla de los Thunder, ya era muy tarde,
era la presentación. (Todo esto que estoy contando yo creía que lo estaba
grabando pero como no me había hecho del todo con mi cámara nueva, no grabó
nada). La presentación de los jugadores es impresionante, se apagan las luces,
salen fuegos artificiales (verdes, como no) y de repente (casi me asusta) sale
en la pantalla (gran definición), el señor Kevin Garnett pegando un grito, con
la mano en el pecho. Impresionante. Acto seguido, aparecen dos tíos del
ejército (por cierto, eran de Maine) y el cantante, preparado para el himno. Me
quito la gorra, el tío se pone a cantar, y antes de que termine, todo el mundo
aplaudiéndole y ovacionándole, tenía la piel de gallina, en serio. Comenzó las
presentaciones y en eso, el partido.
Al final del primer cuarto, que lo perdimos, decidimos
intentar ir más abajo, así que fuimos los cuatro hacía unas escaleras, pero no
pudimos bajar más abajo porque esas escaleras eran de salida, así que, en vez
de volver a nuestros asientos, nos quedamos de pie en otro sitio, en el medio y
un poco más abajo, no es lo que queríamos, pero no estuvo mal. Obviamente, nos
perdimos parte del partido intentando bajar, pero cuando volvimos a conectar no
perdían de tantos, y la gente estaba eufórica después de esos parciales de los
Celtics que acababan en tiempo muerto de los Thunder. En uno de esos tiempos
muertos, salió un señor, y el speaker estuvo hablando del hombre, que hizo un
gran trabajo con el huracán y vamos, que le dieron una placa y una ovación,
poniéndome la piel de gallina por segunda vez. El cuarto se acabó con triple de
Terry sobre la bocina, la gente eufórica (me incluyo), pero ahora tocaba hora
de ir a nuestros asientos y comer algo. Como me daba igual que comer, me fui
donde había menos gente, y justo detrás tenía dos chavales hispanos. Les salude
como si fueran mis amigos, cogí y mi comida y adiós muy buenas.
En el tercer cuarto, seguíamos yendo por delante en el
marcador, aunque no por mucha ventaja. Una de las mejores cosas del partido es
cuando la cámara enfoca a la gente, y saluda y tal. Claro, siempre está el que
no saluda, pero que los de sus lados se le pegan mucho a él para salir, y
también estaba un chaval que era un auténtico artista bailando, unas risas nos
echábamos en los tiempos muertos.
El partido se iba acabando al igual que Oklahoma se iba
acercando en el marcador, así que todo el estadio (bueno todos no, el de mi
derecha pasaba) gritábamos defense, justo cuando salía en la pantalla, y parece
que hace efecto, porque al final ganamos. Yo no me quería ir, pero era hora y
tocaba, nos hicimos las últimas fotos y nos fuimos para el hotel, donde estaba
el alemán (que no fue al partido) con la wifi comprada, así que me pille el
ordenador hasta las cuatro de la mañana que me dormí en el suelo.
La experiencia de poder ir a ver un partido NBA es genial, ha
sido simplemente maravillosa. Sé que muchos con los que he hablado en twitter
tenían envidia, pero yo solo digo, algún día iréis, al igual que algún día yo
volveré al TD Garden.
Autor: Josué Hernández